PRÓLOGO DE MIGDALIA MANSILLA ROJAS
ESCRITORA -VENEZUELA
“Porque amanece por el oeste
donde las cumbres andinas
muestran nieves,
la cueca susurra por los cerros
y palpitan de rojo las estrellas.
.............................................
Porque sin ser aquello
pudo haber sido,
somos lo que aún no viene.
..............................................
Cada alborada desata argumentos,
la palabra sin cautiverios…”
Elisa
“Que ya es tiempo,
Elisa
“Que ya es tiempo,
de enhebrar la fina aguja,
rematar tantas costura
de viejas cicatrices y recuerdos.
Que al fin me quedo allí
o allá
cansado y viejo,
lavando la mochila y los botines,
vaciando las migajas de otros trigos
y empezar a yacer
en dos por cuatro,
como lo quieras vos,
sobre tu pecho.”
Luis
Dos tonos para una cordillera, dos emociones, dos seres plenos de sentimientos y vivencias que dejan revoloteando sobre la Cordillera Andina, los versos que brotan de sus propios manantiales en los poemas que encontramos en este hogar, libro de sus inspiraciones.
Elisabet Cincotta y Luis Concha Henríquez, “Hueñe”. Argentina y Chile, entretejiendo palabras que saltan desde un poema bailando tango, a un rasgar la guitarra en el canto adolorido de los pesares y de los anhelos.
Dos poetas morando en el murmullo de los ríos, en las nubes que se posan en cada paradigma de la serranía andina.
Inauguran Elisa y Luis, espacios estéticos y temáticos, con la singularidad de la presencia de una serie de factores culturales e históricos que influyen de manera enfática en sus universos.
Los poemas urbanos de Elisabet, nacida en Quilmes, Buenos Aires, Argentina, docente y escritora por la vocación del amor a la palabra, describen, además de algún rincón de la capital, quizás el recoveco del patio trasero de un pueblo argentino, sembrado de notas milongueras, de tesituras en la voz del tango que canta sus versos.
Luis, el Hueñe, chileno, descrito como “hijo de lluvia temuquense,” es sin lugar a dudas un “todero de las artes del vivir y del hacer por vivir, responde a lo divino y humano del hombre, recorriendo sus lugares en continentes diferentes, pero asentando sin menoscabo alguno, a su Chile natal en concordancia con las similitudes del sur de las Américas entre la voz argentina y su lar.
En este libro donde encontramos poemas que rasgan tangos en lisonjeros bandoneones, ambos escritores se encuentran en las cimas de la cordillera que más que separar, tejen el hilo que borda un mismo ser en dos tonos, dejando claro que no existen fronteras posibles para el poeta, para su voz.
Sentí al leer “Dos tonos para una cordillera” y estoy segura el lector así lo percibirá, el abrazo de la emoción de la palabra pintada con absoluta lucidez, en las ternuras y emociones que conforman sus páginas.
Pasearme por este libro ha significado el reconciliarme con la ciudad, con lo urbano, con el hombre mismo que permite el dejar en libertad caminos vividos en las nostalgias y en las melancolías aradas en sus calles y plazas, en las esquinas donde cada hora una historia puede comenzar.
Ambos poetas hurgan en la intimidad del ser, en su existencialismo, mostrando los rasgos psicológicos de la mujer y el hombre puestos frente a frente, en la descripción de sus realidades, temores, angustias, amores perdidos y ganados, alegrías, anhelos, sueños, en los poemas escritos en dos tonos para una misma cordillera.
Y quizás, otras veces, nos encontramos con registros por donde se cuelan relámpagos del pasado, que ensayan una recuperación a través de la memoria, de espacios perdidos en antiguos sentires.
Elisabet Cincotta y Luis Concha Henríquez, en su hermoso libro, nos invitan a pasear por sus mundos, donde destila la palabra que nos hermana y donde nos reconocemos en el milagro que es la vida solidaria e inmensa.
Recojamos sus frutos, hagamos nuestros sus versos.
Licenciada. Migdalia B. Mansilla Rojas
Escritora
Mérida-Venezuela
Luis
Dos tonos para una cordillera, dos emociones, dos seres plenos de sentimientos y vivencias que dejan revoloteando sobre la Cordillera Andina, los versos que brotan de sus propios manantiales en los poemas que encontramos en este hogar, libro de sus inspiraciones.
Elisabet Cincotta y Luis Concha Henríquez, “Hueñe”. Argentina y Chile, entretejiendo palabras que saltan desde un poema bailando tango, a un rasgar la guitarra en el canto adolorido de los pesares y de los anhelos.
Dos poetas morando en el murmullo de los ríos, en las nubes que se posan en cada paradigma de la serranía andina.
Inauguran Elisa y Luis, espacios estéticos y temáticos, con la singularidad de la presencia de una serie de factores culturales e históricos que influyen de manera enfática en sus universos.
Los poemas urbanos de Elisabet, nacida en Quilmes, Buenos Aires, Argentina, docente y escritora por la vocación del amor a la palabra, describen, además de algún rincón de la capital, quizás el recoveco del patio trasero de un pueblo argentino, sembrado de notas milongueras, de tesituras en la voz del tango que canta sus versos.
Luis, el Hueñe, chileno, descrito como “hijo de lluvia temuquense,” es sin lugar a dudas un “todero de las artes del vivir y del hacer por vivir, responde a lo divino y humano del hombre, recorriendo sus lugares en continentes diferentes, pero asentando sin menoscabo alguno, a su Chile natal en concordancia con las similitudes del sur de las Américas entre la voz argentina y su lar.
En este libro donde encontramos poemas que rasgan tangos en lisonjeros bandoneones, ambos escritores se encuentran en las cimas de la cordillera que más que separar, tejen el hilo que borda un mismo ser en dos tonos, dejando claro que no existen fronteras posibles para el poeta, para su voz.
Sentí al leer “Dos tonos para una cordillera” y estoy segura el lector así lo percibirá, el abrazo de la emoción de la palabra pintada con absoluta lucidez, en las ternuras y emociones que conforman sus páginas.
Pasearme por este libro ha significado el reconciliarme con la ciudad, con lo urbano, con el hombre mismo que permite el dejar en libertad caminos vividos en las nostalgias y en las melancolías aradas en sus calles y plazas, en las esquinas donde cada hora una historia puede comenzar.
Ambos poetas hurgan en la intimidad del ser, en su existencialismo, mostrando los rasgos psicológicos de la mujer y el hombre puestos frente a frente, en la descripción de sus realidades, temores, angustias, amores perdidos y ganados, alegrías, anhelos, sueños, en los poemas escritos en dos tonos para una misma cordillera.
Y quizás, otras veces, nos encontramos con registros por donde se cuelan relámpagos del pasado, que ensayan una recuperación a través de la memoria, de espacios perdidos en antiguos sentires.
Elisabet Cincotta y Luis Concha Henríquez, en su hermoso libro, nos invitan a pasear por sus mundos, donde destila la palabra que nos hermana y donde nos reconocemos en el milagro que es la vida solidaria e inmensa.
Recojamos sus frutos, hagamos nuestros sus versos.
Licenciada. Migdalia B. Mansilla Rojas
Escritora
Mérida-Venezuela
PRÓLOGO DE MARGA MANGIONE
ESCRITORA -ARGENTINA
Es para mí un honor y a la vez un enorme compromiso prologar este libro a pedido de mi amiga Elisabet Cincotta. A Luis Concha Henríquez no lo conozco personalmente, pero he leído atentamente sus trabajos, los cuales me parecieron excelentes. Agradezco a ambos la deferencia de confiar en mí, y permitirme estar en estas páginas.
Dos tonos para una cordillera es un libro de poesías diferente; tal vez único. Un libro donde el amor y el tango se entrelazan y danzan sus melodías sutiles y sensuales, a veces eróticas, en versos donde el mundo personal de los autores, comunica al lector una pasión sin límites.
La poesía de Elisabet Cincotta y Luis Concha Henríquez se concentra en la necesidad de apresar, de poseer, de interpretar la idea del amor, para entregarla vestida de gala a todo el que se atreva a adentrarse en su lectura, para quienes, con toda seguridad, resultará un deleite y un placer inolvidable.
Ellos escriben olvidando los límites, apelan a los sentimientos más profundos, y lo hacen con claridad y frescura, con pulcritud y emotividad. Entre los versos breves de Elisabet, y los extensos de Luis hay un tejido sutil, como de fino encaje. Es como una telaraña, como un ñandutí delicado y envolvente que sorprende y atrapa con su belleza.
Una vez leídos, sus textos se transformarán en refugio de alcoba; en confesionario de solitarios, o de amantes apasionados. Conformarán un espacio íntimo de entrega total, que el lector guardará en su alma para siempre.
Los protagonistas líricos de este libro desean amar y ser amados. Olvidar los dolores, los desengaños, vivir en la total correspondencia de afectos. Y a veces no se puede. Entonces sufren y se desgarran dejando jirones de vida en cada verso. Pero se rehacen, juntan sus pedazos, los unen, y siguen adelante; como debe ser. Porque eso es la vida, un continuo fluir de emociones dispares. Risa y llanto. Angustia y felicidad. Gozo y dolor.
Estos dos poetas que habitan uno a cada lado de la Cordillera de los Andes, ella en Argentina, él en Chile, suman sus voces y sus voluntades para brindar al público amante de la buena literatura, un compendio donde las ideas brillantes de ambos se vuelcan a raudales.
Son iguales y disímiles. Análogos y dispares. Pero en un momento se amalgaman, se funden, y se podría armar una sola poesía mezclando las estrofas de ambos. Por ejemplo, Luis escribió:
“Me mintió el atardecer porque la luna no vino, no llegó como testigo a contemplar el placer”
Y como prosiguiendo la poesía dice Elisabet:
“El día después hubo silencio, maremotos de emociones, palabras mudas y una satisfacción necesaria para seguir transitando otros días”
Ella escribe:
“Allá donde la brisa duerme suspiros y el tango resuena entre las ramas. Allí donde todo empieza, el sol broncea la esperanza...”
Y él responde:
“Otórgame el andar de tus andares y muéstrame la huella construida”
Puedo ir más lejos aún… Recoger trozos en ambos, fundirlos, mezclarlos, apretarlos, y pedirte luego, lector, que adivines de quién es cada una de las frases.
Quiero seguir hurgando los baúles con libros, con banderas,
con efluvios del tiempo carcomido
y trasnochado.
Elevo mi mano,
recupero el aliento,
un son diáfano surge
-allí siempre son viernes los encuentros-
Apaga el frenesí y agrega el postre
las migas del Burgués y sus residuos.
Algún álbum de fotos mece el viento.
Vamos naciendo, la historia es un perdón,
un patio que sembrar, mi novia de azahar,
como en un cuento.
Cada alborada desata argumentos,
la palabra sin cautiverios.
El fértil suelo, carretera de mujer descalza,
flor y fruto en el latido.
Dos tonos en uno: suena perfecto. Te desafío amigo lector, deberás buscar al autor y devolverlo a su lugar. No me caben dudas de que será una dulce y agradable tarea.
Marga Mangione
Escritora-Berazategui-Argentina-
Fundadora y Coordinadora Grupo Literario “Almafuerte” Auspiciado por la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Berazategui-Buenos Aires-Argentina
“Capital Nacional del Vidrio”
PALABRAS DE CIERRE DE LA ESCRITORA MARÍA EUGENIA CASEIRO
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Elisabet Cincotta (Berazategui, Argentina) y Luis (Hueñe) Concha Henríquez (Rancagua, Chile), no pretenden más que mostrar que nunca es tarde para poner alas a un sueño. En alianza poética pautada por una secuencia de textos que preguntan y responden, descubren y despliegan alas sobre la geografía del verso, armonizan y recorren el cauce de sus almas, patrias y letras hermanas, encargados de hacerles pasar momentos memorables al compartir este sueño.
Allá donde la brisa duerme suspiros / y el tango resuena entre las ramas / Elisa prepara un arrabal de ensueño / en el trino de los pájaros / mientras Hueñe, degusta reubicar Los Andes y mis (sus) coigues, / la cautela ancestral del ser mapuche / cuando afanoso cincela a la mujer de sus sueños:
tu nervadura, / será nuestra columna de hojarasca.
Con poemas impregnados de notas brillantes que permiten al lector descubrir la íntima relación de la autora con la música, Elisabet señala el camino hacia el amor y sus retruécanos; amor hombre-mujer-ciudad, amor de siempre; con paseantes, farolas, siluetas…, entramando el ambiente pintoresco y tanguero, como si los poemas fuesen almas en pena paseándose por calles y arrabales en busca de un gramófono.
Con versos melodiosos, pletóricos y pasionales, Concha Henríquez se lanza, sin perdones ni olvidos, a la conquista del lector; nos lleva en el recuerdo al tiempo en que la mujer guardaba un poemario bajo la almohada, en que el amor no era otro sino el de aquellos versos que arrancaban suspiros y lágrimas.
Ellos y su poesía son Dos tonos para una cordillera.
María Eugenia Caseiro
Ciudad de Miami septiembre 2007
Allá donde la brisa duerme suspiros / y el tango resuena entre las ramas / Elisa prepara un arrabal de ensueño / en el trino de los pájaros / mientras Hueñe, degusta reubicar Los Andes y mis (sus) coigues, / la cautela ancestral del ser mapuche / cuando afanoso cincela a la mujer de sus sueños:
tu nervadura, / será nuestra columna de hojarasca.
Con poemas impregnados de notas brillantes que permiten al lector descubrir la íntima relación de la autora con la música, Elisabet señala el camino hacia el amor y sus retruécanos; amor hombre-mujer-ciudad, amor de siempre; con paseantes, farolas, siluetas…, entramando el ambiente pintoresco y tanguero, como si los poemas fuesen almas en pena paseándose por calles y arrabales en busca de un gramófono.
Con versos melodiosos, pletóricos y pasionales, Concha Henríquez se lanza, sin perdones ni olvidos, a la conquista del lector; nos lleva en el recuerdo al tiempo en que la mujer guardaba un poemario bajo la almohada, en que el amor no era otro sino el de aquellos versos que arrancaban suspiros y lágrimas.
Ellos y su poesía son Dos tonos para una cordillera.
María Eugenia Caseiro
Ciudad de Miami septiembre 2007
1 comentario:
Qué trayectoria, qué recuerdos... Te felicito sinceramente, amiga... Dios bendiga tu talento. Un abrazo, Graciela María de Vida Reflexion
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